miércoles, 2 de diciembre de 2015

Vampiro

Edvuard Munch nació Loten (Noruega) en 1863 y murió en Ekely (Noruega) en 1944. Tuvo una infancia difícil. Su madre y su hermana murieron de tuberculosis y su padre, adicto al sexo, se contagió de sífilis, lo cual le hizo relacionar a la mujer con la enfermedad. Adquirió una personalidad conflictiva y desequilibrada a causa de las penurias de la niñez, algo que reflejará en sus obras, cuyos temas más frecuentes son la muerte y la mujer como ser maligno, cargando sus pinturas de melodrama y melancolía.


 Realizó numerosos viajes a París, donde conoció a Paul Gauguin y Toulouse Lautrec, quienes serán de gran influencia en su producción artística. Pero es en Alemania donde se desarrolla verdaderamente como pintor. En Berlín presentó en 1892 una exposición que tuvo que ser retirada por el escándalo que suscitó y que dio pie a la creación de la Secesión Berlinesa. 

Se le considera un innovador del lenguaje plástico, que evoluciona del simbolismo al expresionismo, sin dejar atrás la figuración, pero rompiendo con el mundo visible. Se caracteriza por la desfiguración de los rostros, el uso de máscaras, los seres anónimos… características que comparte con James Ensor y que son la traducción pictórica de su visión negativa de la experiencia vital. También tiene una concepción negativa del sexo, pues lo relaciona directamente con la enfermedad y con la mujer.

 Munch es el pintor de “drama humano”, de la angustia y la alienación.
 Los temas de los que se componen las obras del noruego son el amor, la vida, la muerte y pasiones como el odio y la angustia. También los sentimientos negativos y el erotismo bajo una concepción negativa estarán presentes en sus cuadros.
 Su técnica se basa en trazos sinuosos, pinceladas anchas y muy largas y colores muy intensos y arbitrarios, es decir, que no se corresponden fielmente con los colores de la realidad, aquí se ve la influencia de Gauguin.

 “Vampiro”, inicialmente llamada “Amor y dolor”, es un cuadro cuyo tema principal es el amor; pero un amor muy distinto al que nos transmitían Klimt o Brancusi, una amor dulce y romántico; el amor que concibe Munch es dañino y así lo refleja, representando a una mujer que domina la escena y somete al hombre entre sus encantos. Toda la escena está envuelta en un halo de negrura y oscuridad. Mediante largas pinceladas representa los cabellos de la mujer, los cuales pinta de rojo intenso, el símbolo de la mujer fatal, vampírica. Da la sensación de que mediante ese beso la mujer le está absorbiendo la sangre al hombre, que aparece indefenso, derrotado, con la cabeza agachada y con la tez sombría. 

Fuentes: Biografías y vidas y www.edvard munch.org

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